Banxico, como se conoce al banco central de México, redujo su tasa clave en medio punto porcentual a 9.50% en una decisión anunciada el 6 de febrero, ya que la inflación se enfrió y después de que la economía se contrajo ligeramente a finales del año pasado.
Las actas revelaron que varios miembros de la junta ahora prevén una reducción similar de 50 puntos básicos en la reunión del 27 de marzo si la desinflación continúa, señalando una posible aceleración del ciclo de relajación.
Sin embargo, el banco central sigue siendo cauteloso ante significativas incertidumbres globales, especialmente las posibles amenazas arancelarias de EE.
UU.
y los riesgos geopolíticos más amplios que podrían tanto impulsar la inflación a través de la depreciación de la moneda como frenar el crecimiento debido al aumento de la holgura económica.
Si bien el progreso hacia la meta de inflación del 3% ha sido notable, los miembros destacaron la importancia de un marco de política flexible, que permita ajustes rápidos en una ""nueva etapa"" de política monetaria sin poner en peligro la estabilidad financiera, especialmente dada la actual diferencia de tasas con la Reserva Federal.