No fue posible aún para el Banco de la Reserva de Australia (RBA) determinar el momento del próximo movimiento en las tasas de interés, ya que la junta enfatizó la necesidad de depender de los datos y estar alerta a los riesgos en evolución, según mostraron las actas de la reunión de abril.
Durante la sesión, el banco central mantuvo la tasa de efectivo en 4.35%, señalando que la inflación continuaba disminuyendo gradualmente mientras que el mercado laboral permanecía ajustado.
Mientras tanto, las condiciones financieras se consideraban algo restrictivas, y las perspectivas económicas estaban en gran medida alineadas con pronósticos anteriores.
Los miembros destacaron riesgos bidireccionales: la demanda interna y los salarios podrían impulsar la inflación al alza, mientras que una persistente debilidad en el mercado laboral o un consumo débil podrían acelerar la desinflación.
También señalaron que la extensión del reembolso energético anunciada en el presupuesto federal impactaría el perfil de la inflación general en 2025 y 2026.
A nivel global, los riesgos habían aumentado, particularmente por la incertidumbre en la política comercial, aunque su efecto sobre Australia seguía siendo limitado.